En todas las familias hay un tío
de esos que tocan cuatro sabroso y que arma la parranda en cualquier boda,
bautizo o cumpleaños. Generalmente ese mismo tío tiene un hijo que es buen
deportista y que en cualquier “caimanera” del colegio o del barrio se destaca.
Sin embargo, nuestro tío no será nunca director de orquesta ni su hijo atleta
olímpico.
Para llegar al pináculo de
cualquier actividad (y léase bien, cualquiera), se necesitan esencialmente 2
cosas: talento y mucho, mucho, pero mucho, entrenamiento. Aunque en algunos
casos lo segundo puede ser suficiente para superar alguna falta de lo primero y
el talento sin trabajo es inútil. Una vez que usted ha alcanzado cierto nivel
de desempeño, empieza a ser considerado como parte de un grupo de élite dentro
de su actividad. ¿Quién puede dudar de que nuestros medallistas olímpicos son
atletas de élite o que Gustavo Dudamel pertenece a la élite de los directores
de orquesta del mundo?
A muchos, la palabra “élite” les
causa piquiña, porque su contenido se ha deformado en el tiempo de manera
peyorativa. De acuerdo con esa aberración, ser parte de una élite te convierte
en un personaje excluyente que sólo le dirige la palabra a sus pares y siempre
mirará con desprecio a los que considera inferiores. ¡Y claro que hay gente
así! Pero los hay en todos lados y en cualquier grupo, pertenezcan a una élite
o no.
En los últimos años se ha
demonizado la figura del científico por considerar que hace una “ciencia
elitista” (vaya usted a saber qué significa eso), que responde a intereses de
grupos económicos, extranjeros o simplemente porque su ego es tan grande que les
es imposible tener sensibilidad social.
Nada más lejos de la realidad. Por alguna razón, ser de una élite
siempre y cuando usted sea un atleta olímpico, director de orquesta, general de
división o piloto de la fórmula uno está bien, pero ser un científico con
muchas credenciales académicas no lo es tanto; quizás porque a lo único que se
dedica un científico es a pensar.
En Venezuela, la producción
científica ha caído desde 2009 debido principalmente a la falta de inversión,
presupuestos deficitarios y el éxodo o jubilaciones de muchos académicos
(Bonalde, 20131). Esta producción, es medida según el número de
publicaciones científicas por investigador que tiene un país. En Venezuela,
según cifras oficiales, hay registradas unas 12.000 personas en el Programa de Estímulo
a la Innovación e Investigación (fíjense que no al investigador o al innovador)
o PEII. Y de acuerdo a cualquier base de
datos, nuestras publicaciones científicas rondan las 1.400 anuales. Esto
significa, a vuelo de pájaro, que el promedio anual de publicaciones por
científico es de 0,1, o si quiere que suene peor, un científico promedio en
Venezuela está publicando un artículo arbitrado cada 10 años.
Viendo ese catastrófico número se
me ocurren dos escenarios, o la mayoría de las personas inscritas en el PEII no
son realmente “científicos o innovadores” o la inmensa mayoría de los
“científicos o innovadores” del país no trabajan. Según esos números, un
científico en Venezuela habrá publicado con suerte unos 3 o 4 artículos en
promedio cuando se haya jubilado (tremendo logro ¿no?).
A mi modo de ver, la situación
actual tiene bastante de ambos factores, ya que como menciono al principio, la
actividad científica ha sido demonizada en los últimos tiempos y no se ha hecho
justicia para aquellas personas que siguen produciendo conocimiento, haciendo
desarrollo tecnológico o innovando procesos a pesar de las condiciones
actuales.
Como no me puedo quedar con la
espinita de que el mundo nos vea como unos verdaderos piratas, me dispuse a
hacer otro tipo de búsqueda con datos que pudieran separar la paja del grano y
así poder salvar el honor de los que realmente trabajan. Buscando en algunas
bases de datos, pude corroborar que Venezuela en 1996 estaba en el 5to
puesto entre los países latinoamericanos
con unas modestas 998 publicaciones. A partir de allí, hemos ido en
franca caída hasta hoy, donde nos encontramos de octavos en ese mismo ranking
con 1474 publicaciones por año2. Si uno se pone a escarbar en esos
datos, notará que nuestro nivel de publicaciones ha crecido muy poco para tener
12.000 científicos mientras que otros países nos han dejado el pelero en el
mismo tiempo y con muchísimos menos recursos económicos. Por ejemplo, Colombia
(si, aquí al lado) pasó de publicar 595 artículos en 1996 (la mitad de lo de
nosotros) a tener 7500 publicaciones en 2015 (5 veces más) ubicándose en el 5to
lugar. Ni siquiera vale la pena mencionar a Brasil, México, Argentina y Chile
que son unos verdaderos monstros en comparación. De hecho, es muy probable que
Ecuador nos supere en 2016 y bajemos otro peldaño más. La cosa sin duda, esta
grave.
Ahora, si usted sigue
investigando se consigue con la base de datos que Google tiene para cosas académicas.
Si bien, en esa base de datos no están todos los científicos del país (muchos
de ellos con tremendas credenciales), si le garantizo que la inmensa mayoría de
los que aparecen en ella son personas que trabajan de verdad verdad y nos sirve
como una buena aproximación de la realidad actual. También le garantizo que el
que no trabaja y no quiere que le “vean” el currículo, no aparece allí ni a
palazos.
Cualquier avispado podrá decir
que el número de publicaciones no habla de la calidad de las mismas (cosa que
es cierta), pero, el número de veces que estos trabajos son citados por otros
científicos puede más o menos indicar que tan importantes son. Los 100
científicos venezolanos más citados en el ranking de Google (y ahí comenzamos
con lo de la élite) acumulan 214.000 citas de sus trabajos hasta el sol de hoy3.
Eso nos pone en un 6 lugar comparado con las élites de otros países (ver
gráfico anexo). Bastante mejor ¿no? Cualquiera podría pensar que estos 100
investigadores son unos viejitos ya retirados a los que, debido a su larga
trayectoria todavía siguen citando, o que muchos son venezolanos pero trabajan en
el exterior. Yo mismo lo pensé, y para mi sorpresa, 67 de ellos están
totalmente activos aquí en nuestra amada Venezuela, otros 8 son activos y comparten
sus actividades en otro país (están de sabático, en el plan Prometeo, etc.), 8
siguen activos pero sí hacen vida en otros países, 15 están retirados de la
actividad científica y 3 a pesar de estar retirados, tienen puestos en gerencia
de la actividad científica. En 2 platos, 77 de los 100 científicos más citados
del país se siguen rompiendo el lomo en estas tierras con el único propósito de
hacer del conocimiento y del desarrollo tecnológico algo tangible.
Por otro lado, esa “élite”
publicó unos 380 trabajos científicos en 2015 y su promedio de publicaciones
por año/investigador se ubicó en un poco más de 5. O sea, la élite produjo 50
veces más publicaciones que la media nacional. ¿Trabajaron 50 veces más que los
demás? Pues yo no lo creo. De lo que si
estoy completamente convencido, es que lo único que hicieron fue trabajar y que
el número actual de venezolanos dedicados a la ciencia (los “científicos
reales”) son muchos menos de lo que se dice. ¡Ah claro! Esos tipos que publican
pertenecen a una élite.
Ojalá que en el futuro próximo
nuestra élite científica (no solo los 100 mencionados) no tenga que lidiar con
formar discípulos que se quieran ir del país y que las nuevas generaciones
puedan superar a sus maestros en cuanto a número y calidad de publicaciones. Nuestra política científica debe ser diseñada
y vigilada por todos aquellos que realmente trabajan y no dejarle tan delicada
tarea a burócratas sin visión. Los científicos tenemos la obligación de hacerles
ver a los políticos, que la ciencia, el desarrollo tecnológico y la innovación
de procesos son palancas de vital importancia para el desarrollo. Debemos obligarlos
a entender que la vía para salir del abismo debe ser vista como una escalera de
peldaños cortos para hacer consistente nuestro avance y no como un salto de
garrocha donde aspiremos más de lo que podemos lograr independientemente de los
recursos destinados a ello. El país del futuro debe contar y confiar en su
élite científica y los científicos venezolanos deben seguir haciendo su trabajo.
Numero
de citas de los 100 científicos más citados en Venezuela
1 Bonalde, I. https://nucleocdcht.files.wordpress.com/2013/10/produccic3b3n-cientc3adfica-en-venezuela-ismardo-bonalde.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario