viernes, 17 de marzo de 2017

Ciencias con M


Si usted es de los que cree que nunca va a poder ganarle un debate o discusión a una mujer, pruebe con una que sea científica. Le aseguro que le va a ir mucho peor. Además de tener una inteligencia emocional superior a la de usted, le restregarán en la cara cualquier argumento con datos, cifras y citas absolutamente irrebatibles y a usted ineludiblemente le tocará darle la razón y escondidito ponerse a estudiar a ver si en la próxima tiene suerte.

El rol de la mujer en la actividad científica a pesar de haber sido determinante para innumerables descubrimientos, no fue suficientemente reconocido (en muchos casos ni siquiera reconocido del todo) en el pasado. De ejemplos de esto hay muchos, como el de Rosalind Franklin a quien por muchos años no se le adjudicó su valía como codescubridora de la estructura del ADN, incluso fue vilipendiada en innumerables oportunidades por James Watson (coautor del mismo trabajo), o la increíble mezquindad cometida contra Marie Curie, quien habiendo sido la primera persona en ganar 2 premios Nobel, nunca fue aceptada por sus misóginos pares en la Academia de Ciencias de Francia. Sin embargo, con el paso del tiempo y a punta de esfuerzo y de luchas de muchísimas mujeres por alcanzar la igualdad de sus derechos, cada día es más evidente que ellas han ido ganando los espacios que siempre debieron ser suyos.

La semana pasada se celebró el día internacional de la mujer y para las mujeres de ciencia de nuestro país fue una semana importante. Por un lado, la Dra Egleé Zent (Antropóloga del IVIC) junto a un equipo internacional donde tambien participaron otros venezolanos como: Lionel Hernández (UNEG), Armando Torres (ULA), Standfor Zent (IVIC), Gerardo Aymard (UNELLEZ) y Hernán Castellanos (UNEG), publicaron un hermoso artículo sobre cómo los árboles domesticados por las culturas pre-colombinas dominan la composición del bosque amazónico de la actualidad en la prestigiosa revista Science1. Por otro lado, la Dra. Flor Pujol (Viróloga del IVIC) fue incorporada como miembro de la Academia de Ciencias de América Latina y la Dra. Gioconda San-Blas (Micóloga del IVIC) recibió de parte de la Gobernación del Estado Miranda la Orden Emma Soler por su trayectoria personal y profesional en pro de la equidad de género.

Muchas sociedades matriarcales abundan en la naturaleza y en la humanidad; elefantes, orcas, hienas e incluso insectos como abejas y termitas son gobernados por una hembra alfa y nunca se pone en duda quienes son las que mandan. De este lado del mundo, sociedades matriarcales comúnmente clasificadas como “primitivas” subsisten y han sobrevivido a la imposición patriarcal de la civilización occidental. Aquí mismo en nuestro país, los clanes Wayuu por ejemplo, tienen como cabeza a las matriarcas y a pesar de la marginalización a la que han estado sometidos por años, siguen manteniendo a flote sus etnias, costumbres y sus esperanzas de mejorar sus condiciones de vida sin menoscabo de sus valores y derechos. De hecho, cómo dudar que la paternidad irresponsable en muchos estratos de nuestra patria ha convertido de facto a Venezuela en una sociedad matriarcal ¿quién en su sano juicio en nuestro país se atrevería a llevarle la contraria a la mamá, abuela o esposa? ¿entiende mi punto?

Actualmente, alrededor del 62% de las personas acreditadas en el programa de estímulo a la investigación e innovación (PEII) son mujeres2. Cada día vemos como en el país más y más mujeres toman las riendas del trabajo intelectual y creativo. Hace 50 años era imposible si quiera imaginar que alguna mujer ocupara altos cargos académicos pero al día de hoy las vemos como decanas, rectoras o miembros de todas las academias del país (incluso las presiden).

No todo es color de rosa para ellas. Todavía persisten focos machistas que torpedean el trabajo de la mujer en el ámbito científico. Como dato interesante, a pesar de que la mayoría de las personas que hacen ciencia (incluyendo estudiantes) son mujeres, si uno revisa la lista de los venezolanos más citados (en Google scholar), se encuentra con que el 30% de ellos es mujer3. Esto quizás se corresponda a un tema generacional y probablemente en el futuro próximo esta correlación se vaya corrigiendo, sin embargo como en muchos otros países, se deben crear programas de acceso a fondos, educación y oportunidades de intercambio científico que promuevan la participación de las damas y que esto pueda servir de motivación a las miles de estudiantes para que sigan la carrera científica (por lo menos hasta que estemos seguros de que la brecha entre géneros sea nula).

Si bien no estoy a favor del feminismo porque lo considero tan obstinadamente radical, que se me parece al machismo furibundo; estoy absolutamente convencido de que las luchas por la igualdad de género se deben mantener y aumentar con el tiempo para que como decía mi madre, las noticias dejen de ser que una mujer logró esto o aquello, sino que esto y aquello fue logrado por fulanita de tal.

Sin duda alguna, la ciencia es una actividad que depende de la capacidad de raciocinio, inteligencia y creatividad, por lo que poco tiene que ver el género. En este país, donde pocas cosas tenemos que celebrar en nuestro confuso presente, creo que logros como los mencionados son dignos de resaltar. Todavía quedan muchas mujeres que siendo madres, esposas, maestras y científicas siguen preparando experimentos, analizando datos y escribiendo miles de palabras para divulgar el fruto de su trabajo en este país. Ellas seguirán siendo una fuente de inspiración y de enseñanza para las nuevas generaciones que pondrán otra vez a Venezuela en el mapa del desarrollo científico y tecnológico del mundo.