viernes, 5 de mayo de 2017

Sólo 6 días

¿Cuántas preguntas se pueden hacer en 6 días? ¿Cuántas veces podemos cambiar de estado de ánimo? Es más, ¿Cuántas veces nuestra realidad puede cambiar en ese tiempo? Parece que en Venezuela, estas preguntas no tendrían respuestas.

Hace exactamente 6 días, mi cabeza y mi cuerpo estábamos en una finca en Biruaca (Apure) colectando datos de algunos experimentos. Mi conexión con lo que pasaba en el país se limitaba a algunos minutos por teléfono con mi esposa mientras espantaba zancudos y conseguía “señal”. Me preocupaba nuestra situación, pero estando tan lejos no apreciaba el alcance de lo que escuchaba por el teléfono.

Cruzando el Rio Apure, recibí la noticia de que se habían anunciado los ganadores del premio de ciencias “Lorenzo Mendoza Fleury”1 o simplemente el “Premio Polar”  como se conoce en los corrillos científicos. Esta noticia me apartó de mi angustia y me alegró el día. Para los que vivimos tratando de hacer ciencias en nuestra querida patria, este premio es uno de los más importantes del país o quizás el único actualmente donde sus galardonados son totalmente reconocidos como “buenos científicos” por la mayoría de los académicos. Este año, Rafael Almeida (ULA), por Química; Gloria Buendía (USB), por Física y Yamilet Quintana (USB), por Matemáticas, Pedro Rada (ULA) y Wilmer Tezara (UCV), ambos por Biología fueron los galardonados, que decir de sus currículos, todos merecedores de esta distinción.

La alegría duró poco, mientras seguía mi recorrido hacia Maracaibo, la realidad de lo que sucede en las calles de Venezuela me dio con todo en la frente. Represión, pistolas, inocentes muertos, heridos, presos, saqueos; el caos.

Mil preguntas por segundo, mil hipótesis y ninguna respuesta concreta fueron acumulándose con cuanta persona encontraba durante mi periplo. Mi estado de ánimo se puede decir que estaba de modo cuántico, arrechera-tristeza-impotencia-desasosiego, todo al mismo tiempo, pero cada uno por separado. Me consigo a un viejo en una bomba de gasolina que me dice –mire mijo, esos que nos están matando tienen que ser extranjeros, porque no puede ser tanta saña- y lastimosamente le respondo, -hermano, créame que son nacidos y criados en esta tierra-. El viajo sorprendido me dice – ¿y entonces? ¿ellos no se están comiendo un cable igual que nosotros? ¿No tienen esposas e hijos estudiando en la universidad? Le quise dar un discurso, pero sólo atiné a decir –están deshumanizados-............

Si algo “bueno” tuvo la época nazi para la ciencia, fue poder estudiar los procesos de deshumanización del individuo. Los horrores a los que los prisioneros del régimen fueron sometidos por otros que se creían buenos y que solo cumplían órdenes, hicieron que se estableciera en discusiones y experimentos posteriores que la maldad en la naturaleza humana era fácil de exprimir. Por un lado nacieron teorías como la “banalidad del mal” en la cual la filósofa Hannah Arendt (judía nacida en Alemania y nacionalizada estadounidense) esgrimía que Aldolf Eichmann en su afán de cumplir eficientemente con su trabajo, cumplía cualquier orden superior sin reflexionar sobre sus consecuencias, en fin, para ella, él era un burócrata con deseos de ascender en la escalera del poder nazi.

Más adelante se realizaron famosos (por lo inmorales) experimentos de psicología social llevados a cabo en Estados Unidos. Uno de ellos fue el experimento Milgram2 (de la Universidad de Yale), donde un grupo de voluntarios debía “castigar” con corrientazos a otro grupo cuando erraban las respuestas a preguntas proporcionadas por un investigador, que a su vez  y a través de su figura de autoridad “ordenaba” a los primeros incrementar el voltaje en el castigo. Para bien de casi todos los involucrados, los únicos que realmente participaban en el experimento eran los “electrocutadores” ya que los electrocutados no recibían descarga alguna pero fingían de manera convincente dolores espantosos. El resultado fue absolutamente impactante, el 100% de los sujetos descargó hasta 300 voltios de corriente, (valor donde los “electrocutados” fingían desvanecimiento o muerte) y más del 65%  de los participante administró las dosis más altas de corriente que se podían aplicar (450 voltios).

Otro experimento (quizás más atroz) fue el realizado por Philip Zimbardo3 de la universidad de Stanford (pueden ver la película The experiment con Forest Whitaker) en el cual un grupo de personas que no tenían ningún antecedente violento, fue dividido en dos grupos para simular las condiciones de una cárcel y así buscarle una explicación científica a los conflictos que se presentaban entre guardias y reclusos en las prisiones de Estados Unidos. A los voluntarios que formaron el equipo de los guardias, se les instruyó que debían hacerse cargo de la prisión de la manera que mejor les pareciera si apelar al castigo físico. El resultado, fue un total despelote, el experimento tuvo que ser suspendido al sexto día. Los “reclusos” pronto aceptaron un tratamiento sádico y humillante y los “guardias” comenzaron a mostrar signos de sadismo y violencia pura (de hecho y en medio de la locura temporal, muchos se molestaron cuando suspendieron el experimento). Todos, absolutamente todos los involucrados fueron deshumanizados en sólo 6 días.

Hoy el número de víctimas sigue aumentando, la lista de jóvenes asesinados se hace inaguantable. Jóvenes con sueños, con toda una vida por delante, muertos por compatriotas que no tienen el menor sentimiento por la vida y que no se harán responsables por las consecuencias de sus actos. Jóvenes que ya no serán directores de orquesta o que nunca ganarán el premio Polar de ciencias. Jóvenes que se fueron de casa para siempre y sin despedirse.

Cuando el futuro nos alcance, Venezuela será un país devastado por su falta de principios y valores. No bastará producir más petróleo ni reactivar la agricultura, ni aplicar medidas económicas sensatas y mucho menos planes de desarrollo científico-tecnológico si antes no re-humanizamos a nuestra gente y a nuestras instituciones. Este país de esos jóvenes que hoy enfrentan la violencia y son perseguidos, ellos son los dueños de la próxima Venezuela. Ahora el futuro se ve oscuro, pero si se fijan bien, a lo lejos se ve un puntito de luz que se va agrandando.


2 Milgram, Stanley. (1963). "Behavioral Study of Obedience".] Journal of Abnormal and Social Psychology 67, 371-378.


1 comentario:

  1. Si es terrible. Hasta uno tan lejos está descompuesto por tanta saña que se ve en los cuerpos policiales. Uno entiende que la inclusión de personas con antecedentes penales, y entrenamiento policial de 6-8 meses produce esto, y que los destacaremos son unos retiros espirituales para los cadetes. Pero como entender un piquete lleno de psicópatas? Ahí te dejo más preguntas.

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