¿Cuántas preguntas se pueden
hacer en 6 días? ¿Cuántas veces podemos cambiar de estado de ánimo? Es más, ¿Cuántas
veces nuestra realidad puede cambiar en ese tiempo? Parece que en Venezuela,
estas preguntas no tendrían respuestas.
Hace exactamente 6 días, mi
cabeza y mi cuerpo estábamos en una finca en Biruaca (Apure) colectando datos
de algunos experimentos. Mi conexión con lo que pasaba en el país se limitaba a
algunos minutos por teléfono con mi esposa mientras espantaba zancudos y
conseguía “señal”. Me preocupaba nuestra situación, pero estando tan lejos no
apreciaba el alcance de lo que escuchaba por el teléfono.
Cruzando el Rio Apure, recibí
la noticia de que se habían anunciado los ganadores del premio de ciencias “Lorenzo
Mendoza Fleury”1 o simplemente el “Premio Polar” como se conoce en los corrillos científicos.
Esta noticia me apartó de mi angustia y me alegró el día. Para los que vivimos
tratando de hacer ciencias en nuestra querida patria, este premio es uno de los
más importantes del país o quizás el único actualmente donde sus galardonados
son totalmente reconocidos como “buenos científicos” por la mayoría de los
académicos. Este año, Rafael Almeida (ULA), por Química; Gloria Buendía (USB),
por Física y Yamilet Quintana (USB), por Matemáticas, Pedro Rada (ULA) y Wilmer
Tezara (UCV), ambos por Biología fueron los galardonados, que decir de sus
currículos, todos merecedores de esta distinción.
La alegría duró poco,
mientras seguía mi recorrido hacia Maracaibo, la realidad de lo que sucede en
las calles de Venezuela me dio con todo en la frente. Represión, pistolas,
inocentes muertos, heridos, presos, saqueos; el caos.
Mil preguntas por segundo,
mil hipótesis y ninguna respuesta concreta fueron acumulándose con cuanta persona
encontraba durante mi periplo. Mi estado de ánimo se puede decir que estaba de
modo cuántico, arrechera-tristeza-impotencia-desasosiego, todo al mismo tiempo, pero cada uno por separado.
Me consigo a un viejo en una bomba de gasolina que me dice –mire mijo, esos que
nos están matando tienen que ser extranjeros, porque no puede ser tanta saña- y
lastimosamente le respondo, -hermano, créame que son nacidos y criados en esta
tierra-. El viajo sorprendido me dice – ¿y entonces? ¿ellos no se están
comiendo un cable igual que nosotros? ¿No tienen esposas e hijos estudiando en
la universidad? Le quise dar un discurso, pero sólo atiné a decir –están
deshumanizados-............
Si algo “bueno” tuvo la
época nazi para la ciencia, fue poder estudiar los procesos de deshumanización
del individuo. Los horrores a los que los prisioneros del régimen fueron
sometidos por otros que se creían buenos y que solo cumplían órdenes, hicieron
que se estableciera en discusiones y experimentos posteriores que la maldad en
la naturaleza humana era fácil de exprimir. Por un lado nacieron teorías como
la “banalidad del mal” en la cual la filósofa Hannah Arendt (judía nacida en
Alemania y nacionalizada estadounidense) esgrimía que Aldolf Eichmann en su
afán de cumplir eficientemente con su trabajo, cumplía cualquier orden superior
sin reflexionar sobre sus consecuencias, en fin, para ella, él era un burócrata
con deseos de ascender en la escalera del poder nazi.
Más adelante se realizaron famosos (por lo inmorales)
experimentos de psicología social llevados a cabo en Estados Unidos. Uno de
ellos fue el experimento Milgram2 (de la Universidad de
Yale), donde un grupo de voluntarios debía “castigar” con corrientazos a otro
grupo cuando erraban las respuestas a preguntas proporcionadas por un
investigador, que a su vez y a través de
su figura de autoridad “ordenaba” a los primeros incrementar el voltaje en el
castigo. Para bien de casi todos los involucrados, los únicos que realmente
participaban en el experimento eran los “electrocutadores” ya que los
electrocutados no recibían descarga alguna pero fingían de manera convincente
dolores espantosos. El resultado fue absolutamente impactante, el 100% de los
sujetos descargó hasta 300 voltios de corriente, (valor donde los
“electrocutados” fingían desvanecimiento o muerte) y más del 65% de los participante administró las dosis más
altas de corriente que se podían aplicar (450 voltios).
Otro experimento (quizás más atroz) fue el realizado por Philip Zimbardo3 de
la universidad de Stanford (pueden ver la película The experiment con Forest
Whitaker) en el cual un grupo de personas que no tenían ningún antecedente
violento, fue dividido en dos grupos para simular las condiciones de una cárcel
y así buscarle una explicación científica a los conflictos que se presentaban
entre guardias y reclusos en las prisiones de Estados Unidos. A los voluntarios
que formaron el equipo de los guardias, se les instruyó que debían hacerse
cargo de la prisión de la manera que mejor les pareciera si apelar al castigo
físico. El resultado, fue un total despelote, el experimento tuvo que ser suspendido
al sexto día. Los “reclusos” pronto aceptaron un tratamiento sádico y
humillante y los “guardias” comenzaron a mostrar signos de sadismo y violencia
pura (de hecho y en medio de la locura temporal, muchos se molestaron cuando
suspendieron el experimento). Todos, absolutamente todos los involucrados
fueron deshumanizados en sólo 6 días.
Hoy el número de víctimas
sigue aumentando, la lista de jóvenes asesinados se hace inaguantable. Jóvenes
con sueños, con toda una vida por delante, muertos por compatriotas que no
tienen el menor sentimiento por la vida y que no se harán responsables por las
consecuencias de sus actos. Jóvenes que ya no serán directores de orquesta o
que nunca ganarán el premio Polar de ciencias. Jóvenes que se fueron de casa
para siempre y sin despedirse.
Cuando el futuro nos alcance, Venezuela será un país devastado por su
falta de principios y valores. No bastará producir más petróleo ni reactivar la
agricultura, ni aplicar medidas económicas sensatas y mucho menos planes de
desarrollo científico-tecnológico si antes no re-humanizamos a nuestra gente y
a nuestras instituciones. Este país de esos jóvenes que hoy enfrentan la
violencia y son perseguidos, ellos son los dueños de la próxima Venezuela.
Ahora el futuro se ve oscuro, pero si se fijan bien, a lo lejos se ve un
puntito de luz que se va agrandando.
2 Milgram, Stanley. (1963). "Behavioral Study of
Obedience".] Journal of
Abnormal and Social Psychology 67,
371-378.
Si es terrible. Hasta uno tan lejos está descompuesto por tanta saña que se ve en los cuerpos policiales. Uno entiende que la inclusión de personas con antecedentes penales, y entrenamiento policial de 6-8 meses produce esto, y que los destacaremos son unos retiros espirituales para los cadetes. Pero como entender un piquete lleno de psicópatas? Ahí te dejo más preguntas.
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