viernes, 7 de octubre de 2016

Entre la envidia y la admiración

Decía Pierre Corneille (dramaturgo francés del siglo XVII) que un envidioso jamás perdona el mérito. El éxito o fracaso de un científico se basa precisamente en el mérito ganado a pulso a través de los años por sus publicaciones. En absolutamente todo el mundo, incluyendo  cualquier país que usted se pueda imaginar, eso sí, exceptuando el nuestro, el trabajo de un científico se mide por el número y la calidad de sus publicaciones. Hoy en día en nuestra querida Venezuela, nos debatimos en demostrarle a los decisores (así los llaman los burócratas) que la ciencia es importante, no importa en cual rama sea. Desde hace muchos años, hemos escuchado una diatriba estúpida entre lo que algunos “decisores” y operadores políticos llaman ciencia útil o inútil (la famosa ciencia pertinente) ya que para ellos un científico tiene que resolver problemas que padece el país.  Hemos  escuchado por años que las cañerías de una ciudad están tapadas, que no hay agua en tal o cual lugar, o que los semáforos no funcionan y es nuestra labor, no de los gerentes de nuestros recursos (llámense alcaldías, gobernaciones o gobierno nacional) el hacer “ciencia útil” para resolver todos esos problemas. Lo contradictorio de todo esto, es que los grandes pregoneros de esta tesis nunca han hecho nada que se pueda considerar ciencia “pertinente” porque lo único que han hecho (como todos los demás) es ciencia pura y simple, o sea, producir conocimiento. 

El trabajo de un científico es bastante sencillo (lo complicado es el contenido), usted se hace una pregunta, diseña un experimento que pueda responder a esa pregunta y escribe los resultados derivados de esos experimentos. Para qué escribe, pues para que los demás puedan usar esos nuevos conocimientos en diversas áreas y ¡oh sorpresa! para que los tecnólogos o ingenieros puedan usarlos en desarrollar productos “útiles” a la sociedad. Si usted no escribe y no publica esos resultados, pues, es como si no hubiera hecho nada.

Los resultados obtenidos por los científicos son publicados en revistas especializadas y como todo en la vida las hay revistas buenas y revistas malas o en todo caso, revistas que lee todo el mundo y revistas que solo la leen sus editores. Dentro de las primeras, hay un grupito donde todo científico sueña con publicar sus resultados (aunque algunos lo nieguen) y me refiero a revistas como Science y Nature (entre otras).

Este par, son muy famosas porque tienen un formato multidisciplinario (o sea, cualquier área de la ciencia) y para que cualquier trabajo sea publicado en ellas, el contenido del trabajo tiene que ser considerado “importante” para la comunidad científica internacional. ¿Qué actor no quiere hacer un peliculón tipo “El Padrino” o qué músico no quiere tener un disco de platino? Pues bien, publicar en cualquiera de esas dos revistas es todo un logro.

Hace unos días, 7 colegas venezolanos que fueron parte de un equipo internacional, tuvieron la buenaventura de que uno de sus trabajos fuera publicado en Science1. Por varios años Anairamiz Aranguren de la ULA, Gerardo Aymard UNELLEZ, Natalia Ceballos-Mago Fundación Vuelta Larga, y Laurie Fajardo, Ángel Fernández, Reina Gonto y Jafet Nassar (todos del IVIC) se dedicaron a sistematizar la diversidad de plantas de los bosques secos del neotrópico (bosques que están verdaderamente amenazados) y así proponer ideas para su conservación.

En este país donde las oportunidades, equipos científicos, bibliotecas y recursos financieros escasean, no deja de sorprender que científicos venezolanos puedan realizar trabajos que sean reconocidos internacionalmente al ser publicados en las mejores revistas del mundo. Para envidia o admiración de todos (usted escoge el sentimiento), una vez más queda demostrado que a pesar de las dificultades, tenemos una masa crítica de investigadores dando el todo por el todo en este país y que su trabajo es sin ninguna duda “útil o pertinente”. Para todos los autores vengan mis más sinceras  felicitaciones (sobre todo a los que tengo la dicha de conocer) y espero que sigan cosechando éxitos como este. Algún día nuestros gobernantes tendrán que entender la importancia de ser parte de la sociedad del conocimiento y ese mismo día, entraremos en la senda del progreso. 


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