¡La botó
de jonrón! En cualquier juego, gente como José Altuve, Miguelito Cabrera o para
los más viejitos Andrés Galarraga, generalmente se destaca y con frecuencia. A
pesar de que a mí personalmente no me gusta el béisbol (y eso que le voy a los
gloriosos Leones del Caracas solo por presión social), es indudablemente el deporte de Venezuela. Pero, ¿es
casualidad que los peloteros la “boten”, hagan atrapadas increíbles tipo
Vizquel o corran tan rápido para robar bases rayando en un Usain Bolt con gorra
y un incómodo suspensor? Pues no, para eso fueron escogidos y contratados (y
obviamente les pagan bastante).
No
me imagino una reunión de la gerencia de cualquier equipo deportivo serio
diciendo cosas como –deberíamos contratar al sobrino del presidente de la
liga-, -el no coge una pelota ni con una
red de pescar pero el presidente es pana y el sobrino está pelando bolas-,
-total son 9 jugadores, nadie se va a dar cuenta- o algo como, -tu sabes, el
señor Antonio, ese que cuida los carros en el estadio, siempre ha sido fanático
de nuestro equipo ¿sabes?-, -su hijo juega pelota-, -bueno, juega pelotica de
goma bien chévere y es super popular en la cuadra-, -¿por qué no le damos un
chance en el equipo? Antonio siempre ha
sido leal con nuestra divisa-.
Pues
es evidente que eso no ocurriría en ningún equipo serio, porque la única razón
de ser de estos es ganar torneos para poder vender entradas, franelas, gorras,
contratos publicitarios y un largo etcétera. Nadie va a comprar nada, ni se
llenarán los estadios si el equipo no gana, y para hacerlo necesitan tener lo
mejor que se puedan permitir en gastos.
Si
tomamos esa misma premisa y la aplicamos en nuestra actividad
científica-académica, para tener un equipo ganador en las universidades e
institutos de investigación, hacen falta algunas cosas. Todos, absolutamente
todos, estarán pensando que nuestra epifanía vendrá cuando se nos asignen
presupuestos justos y haya fondos para la investigación ¿no es así? Pues
permítame decirle que usted está errado. Si bien es cierto que toda actividad
sea la que sea, pasa por el suficiente financiamiento para hacer que florezca,
no es menos cierto que los “jugadores” deben tener ciertas cualidades.
Al
igual que los equipos deportivos, los países invierten primero en sus jugadores
para que al cabo de un tiempo sus conjuntos se destaquen y a partir de esos
semilleros, vienen los recursos que se disponen para hacerlos mejores y
mejores. Veamos el caso de nuestra vinotinto, hace 30 años no había suficientes
escuelas de fútbol y nadie daba un medio por nuestros jugadores. A pesar de que
debemos clasificarnos en un subcontinente muy difícil en cuanto al fútbol, es
innegable la mejoría del equipo. Hoy en día, después de formar miles de
muchachitos, muchos de ellos pasaron a jugar en equipos de primera línea con
jugosos contratos como consecuencia del trabajo arduo y la preparación física y
mental.
Si tomamos como analogía lo descrito
anteriormente con respecto a la ciencia en Venezuela, nos encontramos con un
panorama totalmente sombrío. En su conjunto los países latinoamericanos han
venido creciendo constantemente en el número de publicaciones desde 1998 (Gráfica
1), de hecho en 1998 el número total de estas publicaciones científicas pasó de
unas 29 mil a casi 130 mil en 2014, un inmenso 448%. Si bien ese crecimiento no
es lineal para todos los países evaluados, usted como orgulloso venezolano
pensará que Venezuela debe haber tenido un crecimiento también apreciable.
Lamento decepcionarlo pero no es así.
Si
tomamos el crecimiento ínter anual de Latinoamérica (LA) y lo comparamos con el
de Venezuela (Gráfica 2), podremos notar inmediatamente que entre 1998 y 2001
nuestro performance era bastante parecido al del continente, luego entre el
2002 y 2009 empezamos a tener un comportamiento errático con respecto a nuestra
producción científica y finalmente a partir del 2010…….. la debacle.
De
acuerdo con el crecimiento inter anual de LA, nosotros deberíamos tener una producción
científica de al menos 4500 artículos arbitrados para el año 2015 (Gráfico 3) y
por supuesto, este no es el caso. Bien lejos que estamos de ese número. Si
observa lo que debería haber sido nuestra tendencia en productividad, se encontrará
que entre 1998 y 2001, estábamos como quien dice “corriendo con el pelotón” y a
partir de 2002 hemos venido sufriendo de un estancamiento crónico hasta el día
de hoy que nos mantiene en las 1000 publicaciones al año de siempre.
¿Y
entonces? ¿Qué es lo que pasa? La respuesta es bastante compleja y responde a
muchas variables que entran en juego en nuestro Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología
e Innovación (SNCTI). Una vez más, la respuesta que estará a flor de piel es la
falta de recursos para la actividad creadora. En 2005 se promulga la Ley Orgánica
de Ciencia, Tecnología en Innovación (LOCTI), una ley parafiscal que permitía a
las compañías y empresas (públicas y privadas) que debían pagar este tributo,
dirigir sus recursos directamente a laboratorios donde se desarrollaran temas
de su interés. También se podían echar los reales encima con la excusa de
comprar computadores o cualquier otra cosa porque eso era desarrollo tecnológico,
pero eso es harina de otro costal. La promulgación de esta ley trajo sin duda
un crecimiento en los años siguientes a 2005 (Gráfico 4), pero no fue suficiente para cerrar la brecha con los demás países de LA (y miren que en esos años hubo
dinero de más). Ya luego en 2010, al darse cuenta el gobierno de la inmensa bola
de plata que representaba el impuesto de la LOCTI, se reforma la ley para que
el único beneficiario y benefactor fuera el Fondo Nacional de Ciencia y
Tecnologìa (FONACIT), o sea, el mismo gobierno. Como consecuencia se vuelve a
decrecer en producción científica.
Por
otro lado, recolectando algunos datos de los 150 científicos más citados del país
en “Google scholar” (Gráfico 4), se observa que la cantidad de publicaciones se
mantiene más o menos estable desde 1998 siendo su participación en el total
nacional de entre 30 a 46% haya dinero o no. Siendo entonces exageradamente
optimista yo diría que unos 1000 científicos venezolanos son responsables de
casi la totalidad de las publicaciones producidas en nuestro país y cuando “aparecen”
unos reales, pues alguno que otro de los 12.000 registrados como científicos o
innovadores en el SNCTI produce "alguito". Es
algo así como que yo tenga la oportunidad de jugar con los Leones de Caracas y
por un milagro pueda dar un hit.
Indudablemente
nuestro equipo nacional de ciencia y tecnología tiene en su gran mayoría jugadores
mediocres y con bajo porcentaje de bateo. ¿Las razones? También muchas, falta
de motivación profesional, bajos sueldos, concursos amañados para que ingresen
los amigos y compadres si ninguna preparación para hacer ciencia, discrecionalidad
a la hora de asignar recursos, miopía en la planificación del sector a largo
plazo, falta de formación de nuevas generaciones desde el inicio de la educación
y lo más grave en mi opinión, una escasez absoluta de evaluaciones objetivas a
la hora de los ascensos y promociones de los investigadores (muchos trabajos de
ascensos son guías de estudio de los programas académicos de cualquier
facultad, si no me cree, revise la biblioteca universitaria más cercana a su casa y verá por sí mismo de lo que hablo).
Como
ya hemos dicho, para tener un equipo ganador hace falta dinero y talento probo,
lamentablemente parece que hoy no tenemos ninguna de las dos cosas, sin embargo
la falta de recursos es algo que se puede solucionar con algunos cambios puntuales
en el corto plazo, pero el rezago que tenemos en el personal calificado y
productivo es alarmante. Para decirlo en perfecto español “lo de los reales se
resuelve”, pero formar, evaluar, promover y motivar a las nuevas generaciones
en ciencia es la clave. Les apuesto que si a Miguel Cabrera le dan un palo de
escoba porque no hay plata para comprar bates, también la saca de jonrón.
Gráfico 1. Total número de publicaciones de Latinoamerica (L.A.) y Venezuela (Vzla) entre 1998 y 2015.
Gráfico 2. Crecimiento interanual en publicaciones científicas de Latinoamerica (L.A.) y Venezuela (Vzla) entre 1998 y 2015.
Gráfico 3. Comparación entre la proyección de publicaciones de Venezuela (Pry.V) con respecto al crecimiento interanual de Latinoamerica y el número de publicaciones científicas de Venezuela (P.V.) entre 1998 y 2015.
Gráfico 4. Comparación del número de publicaciones científicas de los 150 autores màs citados según Google scholar (M.C.) y el número de publicaciones científicas Venezuela (P.V.) entre 1998 y 2015.
Los datos utilizados fueron tomados de http://www.scimagojr.com/ y https://scholar.google.com/
No sé nada de beisbol pero creo saber algo de ciencia. Y sí, la dolorosa reflexión es que de nada valen los aportes en dinero (si los hay) cuando no existe preparación seria y confiable. Los valores aquí presentados en relación a la productividad científica en Venezuela son una dolorosa evidencia de lo mucho que hemos retrocedido en ciencia. Más doloroso aún, que el retroceso ha sido en todos los campos. Esta situación solo debe inducirnos a rebelarnos con fuerza para lograr una reversión del proceso de deterioro del país en todos sus campos.
ResponderEliminarErnesto, este y el articulo anterior han sido excelentes reflexiones. Uniendo el tema de los cientificos que ejercen fuera del pais, y la escasez de lideres en el pais, creo que nuestra generacion tiene la responsabilidad de formar esos lideres en los proximas decadas. Es un tema complicado pero es necesario.
ResponderEliminarMuchas de las complicaiones de estos temas se deben màs a la "gente" que a la estructura de las mismas. Hay una mezcla de ceguera e ineptitud a todo nivel que nos mantiene estancados
EliminarExcelente artículo, tienes mucha razón. la motivación debe empezar desde nuestros estudiantes de primaria y bachillerato... y realmente es muy triste las condiciones que tienen actualmente los laboratorios de biología y química de los liceos, por solo mencionar unos. El día que formemos científicos desde abajo, que tengamos niños y jóvenes que quieran ser científicos, ese d;ia será otra cosa.
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