Decía
Pierre Corneille (dramaturgo francés del siglo XVII) que un envidioso jamás
perdona el mérito. El éxito o fracaso de un científico se basa precisamente en
el mérito ganado a pulso a través de los años por sus publicaciones. En absolutamente
todo el mundo, incluyendo cualquier país
que usted se pueda imaginar, eso sí, exceptuando el nuestro, el trabajo de un científico
se mide por el número y la calidad de sus publicaciones. Hoy en día en nuestra
querida Venezuela, nos debatimos en demostrarle a los decisores (así los llaman
los burócratas) que la ciencia es importante, no importa en cual rama sea.
Desde hace muchos años, hemos escuchado una diatriba estúpida entre lo que
algunos “decisores” y operadores políticos llaman ciencia útil o inútil (la
famosa ciencia pertinente) ya que para ellos un científico tiene que resolver problemas
que padece el país. Hemos escuchado por años que las cañerías de una
ciudad están tapadas, que no hay agua en tal o cual lugar, o que los semáforos no
funcionan y es nuestra labor, no de los gerentes de nuestros recursos (llámense
alcaldías, gobernaciones o gobierno nacional) el hacer “ciencia útil” para
resolver todos esos problemas. Lo contradictorio de todo esto, es que los
grandes pregoneros de esta tesis nunca han hecho nada que se pueda considerar
ciencia “pertinente” porque lo único que han hecho (como todos los demás) es
ciencia pura y simple, o sea, producir conocimiento.
El
trabajo de un científico es bastante sencillo (lo complicado es el contenido), usted
se hace una pregunta, diseña un experimento que pueda responder a esa pregunta
y escribe los resultados derivados de esos experimentos. Para qué escribe, pues
para que los demás puedan usar esos nuevos conocimientos en diversas áreas y ¡oh
sorpresa! para que los tecnólogos o ingenieros puedan usarlos en desarrollar
productos “útiles” a la sociedad. Si usted no escribe y no publica esos
resultados, pues, es como si no hubiera hecho nada.
Los
resultados obtenidos por los científicos son publicados en revistas
especializadas y como todo en la vida las hay revistas buenas y revistas malas
o en todo caso, revistas que lee todo el mundo y revistas que solo la leen sus editores. Dentro de las primeras, hay un grupito donde todo científico sueña con
publicar sus resultados (aunque algunos lo nieguen) y me refiero a revistas
como Science y Nature (entre otras).
Este
par, son muy famosas porque tienen un formato multidisciplinario (o sea, cualquier área de la ciencia) y para que cualquier trabajo
sea publicado en ellas, el contenido del trabajo tiene que ser considerado “importante”
para la comunidad científica internacional. ¿Qué actor no quiere hacer un peliculón
tipo “El Padrino” o qué músico no quiere tener un disco de platino? Pues bien, publicar
en cualquiera de esas dos revistas es todo un logro.
Hace
unos días, 7 colegas venezolanos que fueron parte de un equipo internacional,
tuvieron la buenaventura de que uno de sus trabajos fuera publicado en Science1.
Por varios años Anairamiz Aranguren de la ULA, Gerardo Aymard UNELLEZ, Natalia
Ceballos-Mago Fundación Vuelta Larga, y Laurie Fajardo, Ángel Fernández, Reina
Gonto y Jafet Nassar (todos del IVIC) se dedicaron a sistematizar la diversidad
de plantas de los bosques secos del neotrópico (bosques que están verdaderamente
amenazados) y así proponer ideas para su conservación.
En
este país donde las oportunidades, equipos científicos, bibliotecas y recursos
financieros escasean, no deja de sorprender que científicos venezolanos puedan
realizar trabajos que sean reconocidos internacionalmente al ser publicados en
las mejores revistas del mundo. Para envidia o admiración de todos (usted
escoge el sentimiento), una vez más queda demostrado que a pesar de las
dificultades, tenemos una masa crítica de investigadores dando el todo por el
todo en este país y que su trabajo es sin ninguna duda “útil o pertinente”. Para
todos los autores vengan mis más sinceras felicitaciones (sobre todo a los que tengo la
dicha de conocer) y espero que sigan cosechando éxitos como este. Algún día
nuestros gobernantes tendrán que entender la importancia de ser parte de la
sociedad del conocimiento y ese mismo día, entraremos en la senda del progreso.
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