Para todos los agrónomos, agricultores
y gente del campo, es su peor pesadilla. Es el MRSA de los médicos y científicos
de las ciencias de la salud. Su nombre científico
es Cyperus rotundus y posiblemente es
el “Terminator” de las malezas. Esta hierbita, con su cara de yo no fui, es indestructible
porque hasta donde se sabe, posee todas las estrategias que usan las plantas
para reproducirse y por supuesto sobreviven en cualquier sitio, sea en el
monte, en un sembradío o en uno de esos filones que deja el concreto en las
aceras. Quién se podría imaginar que el corocillo es del mismo género que el tan
bondadoso papiro, testigo y elocuente narrador de nuestra historia.
Si usted la viera (y seguro
lo ha hecho), es una matica de unos 20 centímetros que hasta lástima da. El problema con ella, es que para sobrevivir, echa
mano de todo lo que la madre Naturaleza ofrece. Produce rizomas (como la yuca),
estolones (como la grama de su casa), cormos (como los bananos), tubérculos
(como las papas) y por si fuera poco le da también por producir semillas tan
chiquitas que el viento se encarga de llevar a todos los rincones del mundo.
A pesar de los avances científicos,
el corocillo sigue allí haciendo de las suyas. Todos los años aparecen las
grandes compañías ofreciendo su innovador producto para controlarlo, pero nada.
Sigue imbatible. La única solución real es ponerse a pico y pala con él, y la
mejor estrategia es coger un cuchillo, piqueta o palita, sentarse a coger sol como
una teja y usar la proverbial paciencia de los asiáticos.
Mi casa tiene dos pedacitos
de jardín que hasta vergüenza da encumbrarlos como tales. Desde hace unos 5
años, casi todos los fines de semana me dedico incansablemente a sacar cormos, tubérculos
y plantas de mi pobre engramado (y sí,
son 7 años en eso). Hace un par de semanas me di cuenta de que había ganado la
guerra aunque solo en la porción derecha de mi pedacito de jardín. Casi hago
una fiesta pero no tenía con qué. En el izquierdo todavía sigue creciendo y sigo
con mi paciencia lidiando con la fulana planta no vaya a ser que le der por
producir semillas y me vuelvan a invadir mi pedacito limpio.
Ayer 9 de febrero se cumplió
un aniversario más de la creación de Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
(IVIC), que ya tiene 59 años peleando su guerra contra el corocillo. Si bien,
al principio fue campo fértil (aunque no el paraíso terrenal que todos queremos1)
para la producción científica y desarrollo para Venezuela, poco a poco el corocillo
empezó también a buscar espacios donde sobrevivir, pero había muchas personas dispuestas
a sentarse al sol y pacientemente mantener el corocillo a raya. También esos
nobles jardineros usaron su experiencia para que generaciones posteriores se
mantuvieran cuchillo en mano en el frente de batalla. Hoy el corocillo ha
avanzado, sus grandes dotes para invadir la tierra han dado sus frutos. Ya no
quedan jardineros, muchos abandonaron su oficio y dejaron sus herramientas
oxidarse. Los otros pocos que quedan, solo pueden mantener limpio algo tan minúsculo
que mi jardín se podría ver como el palacio de Versalles.
Así pasa cuando se deja
crecer el corocillo. El mundo académico del país está totalmente invadido por
esta maleza. No hay universidad, centro de investigación, e institución libre.
Cada vez hay menos jardineros dispuestos; pero muchos que por no quemarse en el
sol, prefieren abonar a esta superdotada planta desde la sombra.
Sin embargo, el ejército herbicida
sigue con su trabajo, solo la constancia y el esfuerzo son garantía de éxito para
acabar con la maleza. Muchos siguen en sus trincheras con sus herramientas y
paciencia enseñando a nobeles jardineros. Otros desarrollan nuevas estrategias
en otras latitudes pero siempre fijos en ganarle la batalla al corocillo endógeno.
Estrategias siempre hay muchas pero necesitamos muchas voluntades para vencerlo.
La transcendencia del
trabajo creativo del hombre (subestimado por lo general) siempre ha dado al
traste con los mayores problemas, o ¿es acaso innegable que pusimos un hombre
en la luna? o ¿o vencimos a la viruela? Este país ha contribuido al mundo con ingentes
aportes así muchos abonadores de malezas no quieran verlo y el día menos
pensado un ejército de científicos y tecnológicos darán con la solución al
problema del corocillo y nuestros jardines serán más parecidos al Eden que
nunca.